Las funciones de los ejercicios de Vida Práctica



Por lo general, los propósitos de los ejercicios de vida práctica han sido mal comprendidos, ya que no existe una noción clara del por qué los niños deben trabajar en ejercicios de esta naturaleza. Muchos creen que son útiles para que el niño aprenda a ayudar en su hogar, o para que él mismo pueda ocuparse de su ambiente, Sin embargo, los ejercicios de la vida práctica van mucho más allá, al permitirle al niño adquirir control sobre sus propios movimientos, dándoles orden y dirección y ayudándole a formar su propio criterio respecto a las actitudes adecuadas ante las situaciones sociales. Los ejercicios de vida práctica preparan al niño para la vida.
Montessori en famille, vie pratique
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Los ejercicios de vida Práctica son usualmente los primeros ejercicios a los que el niño se siente atraído, principalmente por su deseo de introducirse en el mundo de los adultos, el cual ha estado fuera de su alcance. Actividades como rallar pan, cortar frutas o verduras, pulir metales, lavar sus manos, pasar agua de un recipiente a otro, lavar mesas, etc., son actividades que por su misma naturaleza les llama la atención. Para un adulto, es difícil pensar en estas actividades como algo placentero, hasta que realmente nos tomamos el tiempo para disfrutar el orden de los materiales, de las sensaciones, para oler la fruta al cortarla, ver nuestro reflejo en la plata, hacer diseños con la espuma del jabón sobre la mesa, o sentir como la crema de manos se desliza sobre nuestra piel hasta que es absorbida.
Todavía recuerdo cuando recibí la primera presentación de doblar telas. Inicialmente sentí una ligera desilusión porque durante una media hora había hecho cálculos para concluir que a mi sí me iba a tocar rallar pan. Yo quería rallar ese pan. Pero una vez que empecé a deslizar mis manos sobre los distintos cuadrados de tela, repasando con mis dedos las costuras, sentí una gran tranquilidad. Era terapéutico, era un descanso, era relajante. Acordándome del orden de los dobleces, doblé y desdoblé las telas para luego reacomodarlas sobre la bandeja. Yo tenía 21 años y disfruté ese ejercicio inmensamente. 

Ahora podemos pensar en el nivel de energía del niño y en su interés innato para aprender, para utilizar sus manos. Doblar telas no es sólo un ejercicio más. Le está enseñando cómo doblar las telas por las esquinas, cómo realizar dobleces de manera que la tela quede doblada de forma pareja, cómo dominar sus movimientos, para que no sean torpes, sino que sean toques delicados. Una guía que se prepara bien, que conoce los materiales y las presentaciones, sabe que no sólo representan una secuencia de pasos a memorizar.

Una guía es capaz de disfrutar de todas estas acciones, y trata de transmitírselo a los niños, para que ellos no pierdan esa habilidad de sorprenderse, de disfrutar de los pequeños actos diarios, de estudiar detalladamente cada movimiento y de buscar siempre perfeccionarse por medio de ejercicios de vida práctica.



ENTONCES, PARA QUE SIRVEN LOS EJERCICIOS DE VIDA PRÁCTICA


Los ejercicios de vida práctica son actividades formativas. Involucran inspiración, repetición y concentración en detalles precisos. Toman en cuenta los impulsos naturales de los periódos especiales de la infancia. Y aún cuando momentáneamente los ejercicios no tengan propósitos meramente prácticos, son un trabajo de adaptación al medio ambiente. Tal adaptación al medio ambiente y el adecuado funcionamiento dentro de él constituyen la esencia misma de una educación útil. (1)
Aunque los ejercicios estén orientados hacia el desarrollo de una capacidad, su propósito no es que el niño domine dicha tarea por sí misma sino ayudar a la construcción interna de la disciplina, la organización, la independencia y el respeto propio a través de la concentración de atención en un ciclo de actividad preciso y completo.

Estos ejercicios abarcan dos niveles de desarrollo: El nivel personal por medio de la práctica de movimientos aislados y ordenados, aprovechando el deseo interno del niño de controlar su propio movimiento para obtener su independencia, y el nivel social en el que el niño actúa conscientemente para ayudar a mantener el ambiente trabajando con otros y ayudándolos (2).
Son aquellos ejercicios por medio de los cuales el niño aprende a cuidarse a sí mismo y al ambiente y dominar las destrezas necesarias para relacionarse con el ambiente físico. Le permiten al niño imitar al adulto, le permiten desarrollar la coordinación, concentración, observación de detalles, aprendizaje de hábitos de trabajo y la preparación para utilizar materiales más complejos.

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En el ser humano, la mente y la personalidad se desarrollan al aprender a controlar y respetar los medios físicos, para que las ideas, sentimientos y movimientos puedan transformarse en trabajo constructivo (4). El desarrollo de las acciones motoras, mentales y sociales es un proceso que involucra la habilidad de concentrarse y tomar decisiones, de analizar los movimientos componentes, esenciales y secuenciales y seleccionar, organizar y usar los materiales apropiados de forma correcta. Este proceso va a preparar al niño para las experiencias de la vida, y a desarrollar destrezas que le aumenten su independencia y confianza en si mismo. En realidad el niño está trabajando para perfeccionarse a si mismo. La perfección de sus actos también se va logrando por el equilibrio que desarrolla y el análisis de los movimientos que realiza. Esto alerta al niño sobre las muchas acciones que hace durante el día. También al repetir los actos va perfeccionando sus destrezas, por lo que los ejercicios están conectados a actividades comunes de la vida diaria, para que puedan repetirlas constantemente (5).

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